Cuando en 1962 Francia y Gran Bretaña decidieron la construcciòn del supersonico Concorde. No hubo acuerdo inmediato sobre el nombre con el que "bautizarlo". Los ingleses preferían llamarle Concord, pero De Gaulle quería su traducciòn en francés. Finalmente, un ministro inglès accedió, justificando diplomáticamente que esa "e" final está por "excelencia, Europa, England y entente cordiale (= cordial entendimiento)".
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